Buenos días Cicely! Chris de la mañana regresa con vosotros al 570 del dial radiofónico tras un paréntesis de varios días batallando con un virus de la gripe especialmente rebelde. Disculpad mi ausencia, quizá os haya hecho a vosotros valorar mejor mis reflexiones....o quizá no...¡que horror! hahaha
Es una suerte poder experimentar el placer de retomar algo, incluso cosas que solemos hacer todos los días casi sin pensarlo, cuando de repente nos hemos visto privados de ellas por un tiempo. Esta mañana, cuando he salido a la calle y he respirado el aire fresco que llenaba mis pulmones, he visto la vida cotidiana de la ciudad bullir a mi alrededor, mientras un pequeño grupo de cuervos atravesaba el cielo hacia las montañas blancas por la nieve, me he sentido afortunado. Después de casi una semana recluido en la cama y el sofá de casa, volver a salir ha supuesto como un retorno maravilloso al mundo de los "vivos", a ese mundo que como os decía antes normalmente ni siquiera valoramos porque lo tenemos siempre ahí. Volver a saludaros cada mañana, ha sido también positivo para mi espíritu inquieto así que doy por bien empleados estos días "desaparecido". La sabiduría oriental nos enseña a prescindir de determinadas cosas de vez en cuando si realmente queremos descubrir su valor. Así, disfrutadas de nuevo se convertirán en nuevas y tendrán otro color, al menos por un tiempo, hasta que nos volvamos a acostumbrar a ellas. Esto supone todo un reto y a la vez un juego peligroso: por el camino podemos inferir que aquello que tanto valorábamos resulta ser algo accesorio en nuestras vidas, algo que podíamos dejar. Pero claro, cuando se trata de personas, esta falta de dependencia podría traducirse en que quizá éstas no sean tan importantes como creíamos. Son innumerables los casos de parejas que durante un tiempo han tenido que distanciarse por motivos laborales y que al volver a verse han comprobado que quizá no estuvieran hechas la una para la otra y se han planteado muchas cosas. Porque no lo olvidemos: la libertad auténtica llega en ocasiones de la mano de la privación o la renuncia.
Asique convienen, todos estos ayunos voluntarios, para aprender a dominar nuestro interior y para conocernos mejor, que decía Descartes que Nada engaña tanto como nuestro propio juicio. Yo esta mañana he aprendido que no necesito para vivir salir a la calle cada día, pero me complace saber que aunque no lo necesito, continúo apreciandolo, y todo gracias a virus mutantes de gripe que al final acaban por aburrirse y se largan para dejarnos "respirar tranquilos" nuevamente. Feliz día amigos!
https://www.youtube.com/watch?v=lzfboe0W9FA

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